Rata inmunda que te escondes en las alcantarillas de Internet, gusano despreciable que comes de la manzana podrida de la informática, programador ruin que te dedicas a infectar los ordenadores ajenos para robar contraseñas de bancos o simplemente para joder el trabajo de los demás. Tú, con tu ciber-mundo de caballos de Troya de poca monta, tú eres el virus.
domingo, 11 de diciembre de 2011
martes, 6 de diciembre de 2011
Internet, esta forma de incomunicación
Paradójicamente, Internet, el más potente de los medios de
comunicación, está fomentando la incomunicación entre personas. Las redes
sociales, el correo electrónico o la World Wide Web no son más que meros escaparates o vehículos visuales
donde la palabra escrita cada vez tiene menos valor. Hoy, nadie quiere leer ni escribir. La ley del mínimo esfuerzo mental se impone y la única forma de comunicación válida
son las fotografías y los videos. Como mucho un par de clic (uno para abrir el
enlace de youtube y otro para darle al play) es lo que la gran mayoría está
dispuesta a responder ante cualquier tipo de notificación. Internet cada
día es más parecido a la televisión, contenidos basura
que circulan llenando de nada el
tiempo de las personas y poco más. A la gente le gusta esta forma de incomunicación,
que le vamos a hacer.
Desarrollo intelectual
viernes, 2 de diciembre de 2011
El presente no existe
lunes, 28 de noviembre de 2011
Fumador Empedernido de Pacotilla
Ya hace dos años que no fumo, casi se me había olvidado que
hoy es 2 9 de Noviembre y creo que eso es
bueno. Aunque siempre recordaré esta fecha de manera muy especial, no vivo
obsesionado contando los años, ni los meses ni los días que han pasado desde
que apagué el último cigarro. Pienso que quien lo haga se estará equivocando, dejar el tabaco no es una
cuenta atrás, ni adelante, ni nada de eso. Dejar de fumar es simplemente eso,
dejar de fumar. Tampoco sé si escribiendo este post quiero aconsejar a los
fumadores a que se animen a dejarlo pues, ya lo he intentado con un par de
amigos y ha sido en vano. Escribo porque hoy para mi es un día bonito, es como
mi cumpleaños o algo así. Y mira que yo soy de esos a los que le gusta echar
cuentas; que si tantos miles de cigarros que he dejado de consumir, que si mis
probabilidades de contraer una enfermedad coronaria han disminuido a la tercera
parte, que si mi capacidad pulmonar ha aumentado un veinte por ciento etc., pero, eso ya lo hice el año pasado.
A los fumadores les trae sin cuidado todo esto, con el tabaco ocurre
como con los accidentes de tráfico, nadie se da por aludido, nadie quita el pie
del acelerador excepto cuando hay peligro de multa. Cuando a uno le tocan en el
bolsillo, entonces si que hay una
reacción. Da igual hablar de EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) o
de cáncer de pulmón, el fumador vive dando la espalda a todo esto, tal vez porque tiene la certeza
errónea de que eso nunca le pasará a el o tal vez porque su adicción le ciega
hasta el punto de no poder afrontarlo. Yo creo que si cuento sobre la tele de
cuarenta y seis pulgadas que me compré con el dinero que me ahorré el primer año o el viaje
de doce días a
París que me pegué en verano con la mitad del dinero que me ahorré el segundo, los
fumadores me harán más caso. Es inevitable querer alentar a los fumadores, en
realidad, aunque ellos lo nieguen, todos sufren con su adicción. Yo sufría, y
creo que yo no iba a ser una excepción. A mi no vale eso de a mi me gusta
fumar. Eso es una mentira como un templo. A mi me gusta mucho el chocolate
pero no estoy comiendo chocolate cada media hora todos los días de la semana todos
los días de mi vida. Quien fuma, fuma porque es adicto y punto. Lo dije hace un
año y lo digo de nuevo, dejar de fumar no es difícil, ni siquiera es un poco
difícil. Lo que pasa es que no nos gusta pensar. Y claro, para dejar el tabaco
hay que pensar un poco. Estoy seguro de que todos los que han intentado dejar
el tabaco han hecho, a lo largo de su vida cosas mucho más difíciles que dejar
de fumar. Pensad y veréis que llevo razón. ¿Es que no es difícil crear una
empresa o mantener una familia? No se, por decir algo, pero, eso si que es
difícil. Dejar de fumar es una tontería. Y seguramente por ello ya no siento ni
euforia ni excesiva alegría. Estoy feliz porque sé que hice lo correcto, pero
nada más. El único consejo que puedo dar a los que quieran dejar de fumar es
que estén contentos. Es imposible dejar el tabaco si los sentimos como una
imposición o una amargura. Si decides dejarlo, piensa en ello como algo
grandioso, piensa comos si fueras a tener un hijo, o algo así. Si decides estar
muy contento, no habrá ninguna lucha entre tu y el cigarro, será como pasar una gripe, la pasarás y punto. Olvidad aquello de la fuerza de voluntad, eso es una
chorrada. No hay que tener ni fuerza ni voluntad, solo hay que tener gana s.
Dejar el tabaco comprende dos partes que, yo creo, casi nadie que emprende la
tarea de dejarlo conoce bien. La parte física y la parte mental. La
primera parte no tiene ningún misterio: un par de semanas después de dejar el tabaco
nuestro organismo se acostumbrará a la falta de nicotina. Solo se siente un malestar durante unos días pero nada más, es lo que
llaman el mono. Pero no tiene ná de ná…te pegas una ducha y se te pasa, si
estás contento claro…porque si estás amargado, entonces tu pensamiento podrá contigo. Ahí está la parte mental. Hay que tener muy claro lo que va a ocurrir
dentro de tu cabeza, hay que prepararse, entrenarse, pensar. De nada sirve
dejar el tabaco si dentro de la pensadora no haces lo que yo llamo la desconexión. Mientras no entiendas lo que le sucede a tu mente no podrás
dejar el tabaco nunca. Es igual que estés 6 meses o 1
año sin probarlo, si no hay desconexión, volverás a fumar.
¿Qué como se hace? Bueno, cada uno debe ser conocedor de su propia capacidad para cavilar, y lo mismo que nos calentamos la cabeza para muchas cosas que solo nos interesan a nosotros, debemos estudiarnos y vernos como elementos individuales y no como parte de un colectivo de millones y millones de personas que tienen un problema común porque, de este modo tendremos la excusa perfecta para fracasar. Por esto, creo que lo mejor es olvidarse de reglas, tópicos, parches, agujas chinas o tratados. Lo mejor, una vez comprendidos los entresijos de nuestro psiquis es, ponerse delante de un espejo, sacar pecho y decir: yo, Fumador Empedernido de Pacotilla voy a dejar de meterme en la boca esta porquería y me voy a convertir en una persona nueva, mas sana, con más dinero y ejemplo para quienes me rodean.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
INRI
Año 1977, Jaén. Ese niño que ejerce de profeta en la hornacina de la pared, soy yo. Tenía 12 años y los chicos que imploran bajo mis pies, son mis compañeros del colegio.
Nunca he sabido de la existencia de la primera foto y cualquier recuerdo de lo ocurrido ese día de la hornacina en la pared estaba totalmente borrado de mi memoria. De la ceremonia de crucifixión si que guardaba un vago recuerdo pero, tan vago, que siempre he dudado de su realidad. Ha sido gracias a uno de esos compañeros del colegio que ha tenido la buena idea de subir las fotos a Facebook, que he podido recuperar estos momentos perdidos desde la adolescencia. Pero vamos al grano. Las siguientes dos fotografías están tomadas 30 años después. Resulta desconcertante la increíble similitud en el contenido de estas imágenes con las dos anteriores. La improvisada elección del hueco en la pared, de dimensiones y altura desde el suelo similares a la hornacina de la foto de 1977 en la primera toma, y la firme decisión de quererme inmortalizar con los los brazos en cruz en la segunda, tal cual sucediera en el patio del colegio cuando era un niño, me hace pensar que ambas atípicas y extravagantes actitudes no han sido fruto de la casualidad.
Reflexiono sobre la hipótesis de que sendos posados fueron imaginados en mi mente de manera inconsciente debido a la posible asociación interna entre mi memoria profunda y mi estado de conciencia natural. Creo que, sin saberlo, todos guardamos en nuestro cerebro información muy lejana en el tiempo, información que, seguramente, en su momento fue retenida en nuestra memoria porque era importante para nosotros. (A un niño no lo crucifican todos los días). Luego, sin embargo, diversos factores puramente biológicos intervienen en la reordenación de esa información hacia capas muy profundas de nuestro pensamiento. No me cabe otra explicación. ¿Por qué iba a yo a querer meterme en una hornacina o hacerme el crucificado, y para más INRI, hacer ambas cosas en el mismo día?
jueves, 2 de junio de 2011
Mitad y mitad
Me compré una tele súper moderna de cuarenta pulgadas. A los pocos días, cuando me fui a la cama, me asaltaron las dudas. Al día siguiente la descambié por otra mucho mayor. Cuarenta y seis pulgadas de satisfacción y asunto arreglado. Luego encargué un mueble para poder colocar la tele. El mueble era súper-híper moderno también y así, mientras lo fabricaban, decidí pintar el salón para matar dos pájaros de un tiro. Elegí una pintura súper-híper-mega moderna de lo más chic que por su nombre (Kalajari), me aseguraría el éxito. Calculé, obré y pinté una de las paredes de la futura sala de estar. Acabé, miré, me senté y pensé:-Que bien está, que buena idea ha sido pintar una de las paredes de este color teja. Me fui a la cama y justo antes de dormir me asaltaron las dudas. Al día siguiente sentía como dentro de mi cabeza se libraba una guerra terrible entre mi yo verdadero y mi verdadero yo y, tras abandonar súbitamente la idea de desayunarme una tercera magdalena de la Bella Easo, me puse manos a la obra y me fui a comprar otra lata de pintura, esta vez de color champagne y de nombre Arena. Repinté la susodicha pared y me dije: - ¡A tomar por culo el Kalajari! ¡Bienvenida pared de color champagne! Entonces llegó el mueble. Vinieron dos hombres, uno gordo y el otro no. El gordo me cayó gordo desde el principio pues su forma de trabajar no era de mi agrado. Mientras iban montando el mueble algo dentro de mi (algún ángel de la guarda supongo) me decía…¡vaya mierda de mueble! y, resignado sufrí la maniobra de estos dos señores. Cuando se marcharon me quedé mirando el mueble (el mismo que en la tienda parecía tan bonito) y entonces me derrumbé. –Joder, me dije, no doy una, además, ahora no se ve la pared champagne con efecto arena. Me fui a la cama y, como no, me asaltaron las dudas. Esa noche dormí fatal. Al día siguiente, mi otro yo quería empezar otra batalla pero no le di opción. Pensé, -¿estar toda la vida mirando un mueble que no me gusta?. No. Mientras yo tenga dos manos esto no va a pasar. El mueble no se puede descambiar pero yo…puedo rediseñarlo y reconstruirlo. Así, no habiendo transcurrido ni siquiera venticuatro horas desde que los dos tipos instalaran aquel tetris de melamina y cristal, me puse a desmotarlo por completo. Un mes después y tras muchas horas de carpintería, “otro” mueble de corte minimalista habita en el salón. Ahora me siento bien cuando lo miro y además, lo he hecho yo…Llegó el momento de comprar la alfombra. Las medidas estaban pensadas y requetepensadas. Compro la alfombra (por supuesto, una alfombra de última generación), la coloco…-umm, queda bien. O…no…,no se, parece que es muy grande. Me voy a la cama y una vez más, me asaltan las dudas. Al día siguiente desayuno tranquilo. Esta vez si que me como la tercera magdalena porque debajo de la manga guardo el as de la templanza. –Bien Luis, ahora, cuando acabes de desayunar vas a buscar un cúter y vas a cortar la alfombra a la medida adecuada. Después hablarás con el zapatero del barrio para que te oriente acerca de la forma idónea de rematar el corte con una aguja especial y un hilo fuerte y para la tarde, la alfombra estará reparada. Y así lo hice. Y luego llegó el momento de buscar una solución para la ventana acorde al nuevo salón. Días y días pensando y diseñando para al final decidir instalar unos paneles japoneses. El sistema de mecanismos de los paneles japoneses de Ikea conformado en base a una manufactura bastante precisa me hizo decantarme por esta solución. Armado hasta los dientes con muy buenas intenciones ataco de nuevo…-esta vez no puedo equivocarme, me dije. Monté los paneles y…una de las veces que bajé de la escalera, cuando todo parecía ir bien en mi cabeza, un extraño escalofrío me recorrió de arriba abajo. – joder, no puede ser, hace un momento me parecía perfecto y ahora ya no…¿Qué coño me pasa?. Me fui a la cama muy decepcionado y, por supuesto, me asaltaron las dudas. Al día siguiente, fue visto y no visto. Desmonté los paneles y los devolví. Pondré estores…y algún día terminaré el salón.Todo esto me lleva a una reflexión: todo lo que tengo de listo lo tengo de tonto. Pero muy lejos de ser esto un problema quizás sea lo mejor. Los que son tontos del todo nunca dejan de ser tontos. Los que son demasiado inteligentes acaban por volverse locos o tontos también. Yo, al tener mitad y mitad, digamos que estoy compensado. Quizás es necesario ser un poco tonto y tal vez esto explique por qué muchas personas inteligentes se hacen los tontos alguna vez para coseguir aquello que no pueden conseguir siendo listos.