domingo, 14 de marzo de 2010

Mírese, a ver, ¿qué tal?

Como uno ya va peinando canas, resulta que un buen, o mejor dicho, mal día de Diciembre, así, como el que no quiere la cosa, de repente, me percato de que veo menos que una polla liá en un trapo, un gato yeso, Pepe leches, tres en un burro, llámalo como quieras. Vamos, que las letras se me arrejuntaban. -Hostias Pedrín, que putada, ¡que no veo joder!, me dije (me maldije…). Con el peso a cuestas de un trastorno emocional sin precedentes, tras leer durante horas sobre la presbicia de los cojones, con pies de plomo decido arrastrarme por la calle de la amargura hasta una tienda de gafas, o sea, una óptica. -Muy buenas. "-Sí, en un momento le atiendo". Haciendo uso de mi perjudicada visión periférica, en un par de pasadas me veo venir el asunto. -Quería ver gafas y ya si eso, me gradúo. "-Si, siéntese". ¿? Y ahora es cuando yo empiezo a sentirme mal, violento y con los güevos tocados. "-Dígame su nombre"¿? "-Es para hacerle la ficha". ¿? Pensamiento avanzado: Si yo solo he entrado a mirar unas gafas… ¿Por qué motivo o razón me tengo que sentar? ¿Por qué tengo que dar mi nombre? ¿Por qué me hacen una ficha? Pero esto solo es el comienzo de la absurda situación en la que “por entrar a mirar unas gafas” te ves envuelto… La optometrista, diplomada en lentes de contacto y todo ese rollo, echa mano de un cajón y saca unas gafas que, sin dejármelas ver, me las acerca a la cara y me las coloca. Inmediatamente me acerca un espejo: "-mírese, a ver que tal, le quedan muy bien. Si, si, le favorecen". ¿? Pero vamos a ver. ¿Por qué narices esta señora me pone unas gafas que ni siquiera he visto, en mi cara y trata de decidir por mí lo que me sienta bien o mal? A lo que voy. La actitud, la forma, la técnica de esta señora no tendría mayor importancia de no ser porque es la misma actitud, forma y técnica que emplean en todas las ópticas habidas y por haber. Imaginad que pasaría si cada vez que vamos a comprar ropa nos sacaran pantalones de un armario mientras esperamos sentados con cara de tontos a que el dependiente elija los que mejor nos sientan…o si cada vez que vamos a la ferretería nos tienen que hacer una ficha… ¿Qué pasa con las ópticas? El agravante es que unas gafas es algo muy personal, incluso íntimo, un accesorio para la salud visual y que además es caro y para mucho tiempo. Me aterra entrar a las ópticas, me incomoda sobre manera que me saquen gafas de un cajón y decidan por mí. Si mientras yo me pruebo unas gafas alguien me mira yo me siento intimidado. ¿Por qué no hay probadores en las ópticas? Han pasado 3 meses desde el día que fui por primera vez a mirar gafas. Todavía no he podido elegir unas que me hagan sentir bien. (Porque no soy capaz de entrar a las ópticas y cuando decido entrar, en cuanto me hacen la ficha me cabreo y me voy) y aquí sigo, sin gafas. ¿Qué ocurre con las ópticas? ¿Por qué tienen esta extraña filosofía (la misma que hace décadas) de hacer una ficha a los que entran a buscar gafas? ¿Esto solo es así en España? ¿Tendré que irme al extranjero a elegir unas gafas con comodidad? Una vez más, me pierdo en otra espiral..., infinitesimalmente hablando, relativamente indefinida.

1 comentario:

  1. Misterios inexplicables, dignos del "Cuarto...Cuarto... Cuarto Milenio" de los viernes! ;)

    ResponderEliminar