Como en todos sitios cuecen habas, aquí también hay crisis de ideas. Por eso prefiero no escribir nada a contar menos. Es lo que tenemos los pensadores, sobre todo los de última generación, que nos ponemos a decir tonterías y no hay quien nos pare. Y como para hablar de los problemas cotidianos políticos y sociales, ya están otros, pues yo me limito a lo mío, el análisis profundo y vertical descendente de la mente del ser humano a través de la observación sistemática de los principios evolutivos del mismo razonados eso sí, sobre una hipotética base (en teoría exponencial) de sus comportamientos más extraños. Siendo así, hoy me voy a referir a una de las conductas colectivas más sorprendentes y que afecta a la casi totalidad de los hombres: la afición al fútbol. Quedan excluidas de este estudio las mujeres quienes, por h o por b, no han sido cortadas por el creador con el mismo patrón, -a ellas les dio otras formas de divertimento como el cotilleo y/o la obsesión por la belleza para sentirse siempre observadas-. Como iba diciendo, el fútbol provoca en el cerebro del individuo masculino una presión tal, que es capaz de anular su capacidad de razonamiento hasta un punto desmesurado. Por el fútbol, el hombre ríe, se siente bien, y hasta se le quitan todos los dolores pero también, por el fútbol , el hombre llora, enferma, incluso muere. El fútbol puede hacer que un hombre esté pletórico o esté hundido, receptivo o agresivo, resumiendo, el fútbol domina su mente. ¿Por qué?. La respuesta, una vez más, es obvia, la inteligencia del ser humano, en este caso la masculina es, por naturaleza, bastante pobre. Además de esto, creo que se pueden deducir varias teorías acerca de la repercusión que tiene el fútbol sobre los mecanismos de funcionamiento de las cabezas varoniles y que justifican en sí, dicha falta de razón. La primera sería la necesidad, que en principio todos tenemos desde la infancia, de llenar el vacío de talento -que de forma natural habría de hacerse mediante la práctica de disciplinas tales como la música, la pintura, o cualquier otra actividad artística que pusiera de manifiesto dicha supuesta habilidad creativa- a través de la entrega de nuestro tiempo al seguimiento cotidiano de la obra y gracia de ciertos “ídolos” que desarrollen ese trabajo por nosotros. Así, la destreza y el ingenio de dichos ídolos sería nuestra destreza y nuestro ingenio. Esto justificaría que “todos” sepamos de fútbol: cómo jugar, qué jugador tiene que jugar, cómo plantear un partido, etc. Otra teoría puede ser el comportamiento en masa. La teoría del comportamiento en masa da para mucho, desde hacer las cosas porque las hacen los demás, hasta la ejercitación de nuestros instintos más precarios y/o animales por el simple hecho de estar "en m
anada”. En este caso la teoría demostraría el porqué de los insultos al árbitro, o los comportamientos incívicos en los post-partidos. Yo me inclino más por la primera teoría, entre otras cosas, por lo siguiente: Los aficionados que viven en ciudades que no tienen equipo en
1.ª división son siempre seguidores de equipos importantes como Real Madrid o FC Barcelona. Es decir, un aficionado no puede “presumir” de ser de un equipo de segunda o tercera división. Volviendo a lo del talento, sería como decir “yo sé medio-cantar o yo no sé hacer nada especial, soy vulgar”. Siendo seguidor de un equipo de
1.ª división, sí que podemos presumir y de paso –por la regla de
todos somos más malos de lo que parecemos- humillar (que nunca viene mal) al del equipo contrario cuando nuestro equipo g
ana al suyo. Los que viven en ciudades sin equipo en
1.ª división siempre eligen ser del Madrid o del Barça porque ya puestos a buscar “representante de nuestro talento”, elegimos al mejor. Los que viven en ciudades con equipo en
primera, como Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao, etc, son siempre seguidores del equipo de su ciudad. Están orgullosos de sus equipos porque son equipos de primera y por ello no tienen que buscar representantes. Por todo ello me atrevo a decir que: quien tiene bien implementado su conocimiento en el sentido de ser capaz de desarrollar un mínimo de talante imaginativo no tendrá nunca la necesidad de utilizar los recursos de admiración y seguimiento incondicional hacia equipos de fútbol y/o jugadores determinados, al menos hasta el punto de sentirse emocionalmente afectado por ellos.
El fútbol le gusta a todo el mundo pero si es verdad que son las personas de menos nivel cultural las que pierden la cabeza por el.
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